miércoles, 14 de julio de 2010

La innovación: ¿una sana indiferencia ante lo imposible? [1].

Hoy me apetece escribir y pensar sobre la innovación. Quizás porque es parte de mi vida, porque lo ha sido antes de mi trabajo actual y porque lo será mañana esté donde esté o haga lo que haga. Quizás porque lo ha sido en las decisiones que he tomado en mi vida personal y lo seguirá siendo en las que tome en el futuro.

Ser innovador no es una elección, al menos no en mi caso. No se trata de lo superfluo, de llevar el peinado de moda o el último móvil, o practicar los deportes de efímera actualidad mediática. Es mucho más profundo que todo eso. Quizás en la actitud inovadora hay una gran dosis de inconformismo, de preguntarse porqué eso es así y, sobre todo, si yo puedo hacer algo para cambiarlo. Quizás la innovación tenga algo de insolencia, de atrevimiento y, desde luego, de utopía.

Acerca de la utopía, dice Eduardo Galeano (Escritor y periodista uruguayo) lo siguiente: "La utopía está en el horizonte. Camino dos pasos, ella se aleja dos pasos y el horizonte se corre diez pasos más allá. ¿Entonces para que sirve la utopía? Para eso, sirve para caminar".La innovación es una búsqueda que probablemente no nos lleve al horizonte que buscábamos pero que nos ha permitido caminar, avanzar en una dirección.

La innovación es una actitud, una manera de vivir. Es una manera de ser y de estar en este mundo. Una manera de ser y de estar diferente, es una mirada diferente. Es creatividad, es ir más allá, es querer ver más allá de lo evidente, es reconocer en cada reto una oportunidad.Innovar es buscar soluciones, buscar aliados, generar sinergias, agregar valor. Innovar es determinación y es compromiso, es motivación, es querer ser mejor cada día, es querer aprender, querer cambiar, querer evolucionar.

¿Cómo reconocemos a una persona innovadora?. Una persona innovadora nunca nos dirá: “Esto no se puede”, “Esto es imposible” o “Está todo inventado”. La historia nos demuestra continuamente que, por fortuna, no todo está inventado. Siempre podemos encontrar algo que nunca nadie había hecho o que no lo había hecho como nosotros lo estamos imaginando.

Poco tiene que ver la innovación, o al menos la verdadera innovación, con el mero hecho de la novedad. Lo nuevo, por sí mismo, no es innovación. Para que haya innovación tiene que haber valor añadido y éste no es inherente, ni mucho menos, a lo nuevo. No tenemos más que mirar cada uno de nosotros a nuestros fondos de armario o trasteros para darnos cuenta que aquel cachivache que compramos y que iba a revolucionar nuestras artes culinarias no es más que eso, un trasto que, a lo más, nos transportó a aquellas mañanas del 6 de enero cuando desempaquetábamos ansiosos aquel juguete tan esperado y que a las pocas semanas descansaba debajo de la cama sin ojo o sin ruedas y sustituido por un balón, una peonza o una muñeca de trapo.

La innovación en un producto, en un servicio o en un proceso tiene que aportarnos algún valor que no nos aporten productos, servicios o procesos ya existentes. No se trata solamente de inventar, que también, sino de hacer una segmentación del producto diferente a la de la competencia, utilizar un envase diferente o utilizar nuevos canales de distribución, por ejemplo.La innovación no es un asunto de las grandes multinacionales ni de grandes presupuestos. Es mucho más sencillo y mucho más complicado a la vez. Lógicamente, la repercusión o el ámbito de impacto de los resultados de la innovación son muy diferentes si proceden de una organización global, como Google, por ejemplo, o si se dan en una pequeña fábrica productora de queso. Sin embargo, la verdadera innovación tiene que ver más con la orientación de las personas y de las organizaciones hacia la competitividad y la eficiencia.

Todos en nuestra vida personal y profesional podemos ser innovadores y, para eso, debemos tener una actitud activa ante lo que pasa a nuestro alrededor. La innovación es una cuestión personal y organizativa y es un intangible que aporta un enorme aumento de la competitividad.

Hay compañías que promueven la innovación y hacen de ella su seña de identidad. Es el caso de Google y el famoso Google's "20 percent time". Los empleados de Google disponen de un día a la semana para trabajar en proyectos que no tienen porqué estar directamente relacionados con el trabajo. Pueden ser proyectos personales por los que una o varias personas se sientan motivadas. Si esa persona o ese grupo trabaja en un asunto que interesa a la compañía, Google financia el desarrollo de la iniciativa. Fruto de esta filosofía, son herramientas como Gmail o Adsense. Podéis encontrar más información sobre el mundo según Google en: La historia de Google. Es un libro que merece la pena leer para comprobar como dos universitarios con talento y con una extraordinaria capacidad de persuasión han conseguido cambiar el mundo y lo seguirán haciendo también en el futuro.

Hay muchas otras organizaciones públicas o privadas que destacan por su capacidad innovadora pero, sin duda, lo importante es que en el plano personal y organizativo se tenga en el horizonte la idea de ser cada día más competitivos y más eficientes. En ellos estamos y espero que este camino tenga cada vez más caminantes.

Notas:

[1]. Esta frase fué pronunciada por Larry Page (cofundador de Google) en una conferencia ante estudiantes y profesores de un instituto israelí en 2003. Page utilizó esta frase, que había aprendido durante sus estudios en la Universidad de Stanford, para ilustrar la idea de bajarse toda la red a su ordenador en una semana. En palabras del propio Page: "Es una frase verdaderemente afortunada. Deben intentarse cosas que la mayoría de la gente no intenta" (Vise D. : 2006, página 32).

Referencias bibliográficas
  • Vise, D. y Melseed M. (2006). La historia de Google. Madrid. La esfera de los libros.

Presentación

Aprender en el siglo XXI es la opción ganadora y constituye, por sí misma, toda una declaración de intenciones. Después de considerar un número enorme de posibilidades para nombrar a este blog, me dí cuenta de que, en definitiva, los requerimientos de aprendizaje actuales son distintos a los de momentos históricos anteriores y, por tanto, este hecho debía reflejarse en el mismo título de este espacio.

Así pues, este será uno de los temas más importantes en este blog. Reflexionaremos sobre qué ha cambiado en el aprendizaje de hoy, sobre cómo aprendemos, sobre los medios que utilizamos y sobre los resultados de nuestro aprendizaje.

Abordaremos todas las etapas educativas, desde la educación primaria hasta la educación superior y analizaremos los nuevos retos de la educación formal, no formal e informal.

Y todo ello teniendo en cuenta que los cambios en el aprendizaje se producen en el contexto de la denominada nueva economía o economía del conocimiento, en cuya base se encuentran las tecnologías de la información y la comunicación.

Por último, relacionaremos la utilización intensiva de las tecnologías de la información y la comunicación en el aprendizaje, con la gestión del conocimiento, el aprendizaje organizativo, el cambio organizativo y la innovación.

Tenemos por delante una intensa labor que afrontamos con enorme ilusión y entusiasmo y que esperamos sea útil para todos aquellos que compartáis con nosotros algún momento de reflexión.